martes, 7 de agosto de 2007

El grito

Es eso, exactamente. Como si estuviera cabalgando en todas direcciones. Hacia todos lados a la vez. Sin horizonte, foco o líneas de referencia. Sin Norte. Mi visión se dispersa, mi piel se estira, se dilata, se derrite. Pierdo consistencia. Mis manos sueltan las riendas, y mi cabeza cree seguir marcando el rumbo. Sin meta concreta, como esperando que la brisa traiga la respuesta. Piloto automático no ve nubes densas. Las atraviesa. El globo se esconde, se pierde de vista. Se pone a salvo, oculto por las nubes frías, opacando sus colores. No se reconoce. Se busca a sí mismo, pero busca afuera, donde ya sabe que no está. Precisamente eso: en todas direcciones. Voy desparramando mi luz de a poco, en lugar de detenerme y brillar.