-Pá, mirá, ¡mirá lo que compré! ¡Mirá qué chiquito!- gritaba Martín, con el rostro entusiasmado, y las manos envolviendo su tesoro.
-¿Y eso? ¿Para qué sirve?
Al ver que su padre no podía comprenderlo, se alejó desalentado.
-Para nada, papá. Las cosas inútiles son las únicas que valen la pena.
domingo, 15 de julio de 2007
Tesoros inútiles
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