jueves, 24 de enero de 2008

Finísimos hilos

Son como pequeñísimos desgarros que empiezan en el pecho, pero por dentro. Finísimos hilos de fuego, que van curtiendo, desde el centro, los pulmones, la pleura, los huesos, la piel. El dolor quiere escapar por cada poro, pero encuentra resistencia, se recicla, y circula por la piel, furioso, intentando salir. Un intenso abrazo de ausencia se aferra a mi cintura, y presiona... presiona. No deja escape. Sube hasta el cuello, y en la garganta se vuelve congoja, y no me deja respirar. La espalda se vuelve de piedra, conteniendo el cuerpo sangrante. Las piernas no responden, lloran ellas también la desasón inhalada en ese último hálito de frescura.

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